NUestro entorno

Ribadavia

La villa medieval de Ribadavia es la capital de la histórica comarca del Ribeiro, donde se produce el famoso y mítico vino tan alabado por reyes y poetas desde tiempos inmemoriables. Su conjunto histórico declarado Bien de Interés Cultural, está formado por un entramado de tradicionales «rúas» de carácter medieval, un manto de piedra por donde pasear se convierte en un placer para los amantes de la historia. Un recorrido lleno de sorpresas donde destacan el castillo de los Sarmiento, el Barrio Judío, los museos o numerosas iglesias de diferentes épocas y estilos. Un cuento de piedra amparado por un variado paisaje de viñedos y riachuelos de sugerente contemplación, que convierten a Ribadavia en un museo vivo lleno de contrastes e historia.

Entre terras do interior e da costa

Carballiño

Carballiño debe su origen a su privilegiada situación estratégica como cruce de caminos entre tierras del interior de Galicia y de la costa.

Sus albores los comenzaron en una feria a principios del siglo XVII aprovechando este nodo de comunicaciones, y de haí su progreso imparable hasta convertirse en villa, luego municipio y más tarde en cabecera comarcal. Su marcada gestación comarcal se vio apoyada en otros factores que contribuyeron a consolidar un lugar con una marcada personalidad, y a quien el ilustre escritor Otero Pedrayo definiría como: «A terra de a boa carne, o mellor pan e o aprezado viño».
a gastronomía también fue vital para reconocer esta tierra y la que habría de sumar un manjar concebido en su mercado, el llamado «polvo a feira» que de su origen la mas populosa y reconocida romería de Galicia: La fiesta del pulpo que se celebra en el incomparable lugar del parque municipal, un entorno paisajístico de 60 Ha. que aglutina una enorme riqueza natural, etnográfica y turística. Los proyectos llevados en esta área en los últimos años (museo etnográfico, Cámping Municipal, Muíño das Lousas, Piscifactoría, Residencia do tempo Libre) son modelo de recuperación y aprovechamiento de espacios antes degradados.

No podemos olvidar la gran riqueza termal que posee O Carballliño, siendo la villa balnearia por excelencia y su instituto termal de Galicia. Sus dos balnearios son reconocidos en todo el territorio gallego desde finales del siglo XIX y fueron el baluarte turístico que inició junto su feria el despliegue de este municipio.

Ourense

A orillas del Miño se extiende la ciudad de Ourense, que mantiene su tradicional vínculo con el río a través de su puente romano. Encrucijada de caminos, la Ciudad Vieja conserva algunos de sus más importantes monumentos, de entre los que sobresale la Catedral.

El río Miño, que atraviesa la ciudad en su curso medio, ha determinado la actual fisonomía de la capital orensana. Hace casi dos mil años, los romanos se instalaron en este territorio atraídos, entre otras razones, por sus aguas termales. El legado que mejor se conserva de aquella época es “a ponte vella” (el puente viejo), que conecta ambas orillas del Miño y que se ha convertido en el símbolo de la ciudad. Del primitivo puente romano se conservan algunos sillares en la base del puente. Esta importante obra civil fue restaurada en los siglos XIII y XVII hasta obtener su apariencia actual, con arco apuntado y rampas.

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A lo largo de las calles que conforman la Ciudad Vieja se puede ir descubriendo el rico patrimonio que posee la capital orensana. La porticada plaza Mayor era el centro de la vida social y comercial de la ciudad, ya que se celebraban en ella mercados, fiestas y todo tipo de actos culturales y lúdicos. El edificio del Ayuntamiento preside este espacio. Su construcción data de finales del siglo XIX. Posee fachada clasicista con un balcón en su primera planta y soportales en sus bajos, rematada con un blasón y un reloj en la parte superior.

Junto a él se levanta el antiguo Palacio Episcopal. Esta edificación, asentada sobre el enclave del primitivo asentamiento romano, comenzó a construirse en el siglo XII. De sus posteriores ampliaciones y remodelaciones, sobresale su fachada barroca, realizada en el siglo XVIII. El recinto alberga hoy los fondos del Museo Arqueológico, divididos en dos secciones: una de arqueología, que reúne una colección de objetos y piezas de arte desde el periodo Paleolítico hasta la Edad Media, y otra de bellas artes.

En las inmediaciones de esta plaza puede contemplarse la iglesia de Santa María Madre. El templo, de estilo barroco, fue construido en el siglo XVIII sobre otro anterior del año 1084. De la antigua basílica aún se pueden admirar varias columnas con capiteles de mármol. La iglesia actual consta de tres cuerpos flanqueados por dos torreones y con escudos heráldicos en el frontón.

Sobre el casco histórico se alza la torre del reloj anexada a la Catedral de San Martiño. El templo catedralicio fue construido entre los siglos XII y XIII, siendo su consagración en 1188. En el exterior, el Pórtico del Paraíso, del siglo XIII, recoge influencias compostelanas y evoca el de la Gloria de la Catedral de Santiago. La puerta sur, que da a la plaza del Trigo, es la que mejor refleja el estilo románico de transición al gótico en que se levantó la Catedral. Mientras, la torre del reloj, revela su posterior factura, ya que data del siglo XVI, al igual que la portada oeste. En el interior, el templo posee planta de cruz latina, tres naves y un crucero con un cimborrio en su centro.

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La Capilla Mayor alberga un gran retablo realizado por Cornielis de Holanda en 1520 en el que aparecen escenas de la Virgen María y Jesús. Entre las capillas laterales merece la pena destacar la del Santo Cristo, obra de Juan de Herrera (s. XVI), donde se venera un Cristo gótico (s. XIV). En la Claustra nova, el antiguo claustro gótico, ha quedado instalado el Museo Catedralicio, que reúne piezas de arte sacro, algunas de ellas de gran valor.

En este bello entorno de calles y plazuelas, presididas por fuentes o por típicos cruceiros (cruz de piedra que se alza sobre una columna), encontramos otros edificios destacados. De visita imprescindible es el palacio de Oca-Valladares, considerado uno de los más importantes de Galicia. Construido en el siglo XVI, esta casona renacentista muestra una fachada de dos plantas y un balcón central en el que aparecen los escudos de diversas familias nobles gallegas. A partir de 1850, el edificio pasó a ser la sede del Liceo Recreo, una antigua institución cultural orensana.

La iglesia de Santa Eufemia perteneció originalmente a un antiguo convento jesuítico. Las obras de este templo comenzarían en el siglo XVII, si bien no concluirían hasta el siglo XVIII. De esta última época es la suntuosa fachada barroca, con columnas y formas cóncavas. La iglesia, la más amplia después de la Catedral, posee planta de cruz latina con tres naves. El conjunto se encuentra presidido por un altar barroco con la imagen del Cristo de la Esperanza (s. XVIII).

El convento de San Francisco (s. XIV), declarado Monumento Histórico Artístico, destaca por su claustro, uno de los más importantes de Galicia. Posee planta rectangular y 63 arcos apuntados sustentados, en su mayoría, por columnas dobles. Este singular espacio destaca por la rica y variada decoración, con representaciones humanas, animales y vegetales, que aparece en los capiteles, así como en los espacios entre columnas.

Antes de concluir el recorrido por la ciudad, no hay que olvidar visitar las Burgas, fuentes de aguas termales que han dado fama a Ourense. La más antigua es la de Arriba, fuente de estilo popular del siglo XVII. La Burga de Abajo, decimonónica, fue construida en estilo neoclásico, y consta de tres cuerpos y sus caños. Fiestas, gastronomía y alrededores Para conocer Ourense y a sus habitantes, lo mejor es visitar la ciudad en febrero, ya que la capital posee uno de los carnavales (aquí denominado Entroido) más peculiares de España. Se caracteriza por su colorido y por sus personajes típicos (peliqueiros), que enraízan en antiguas tradiciones de la provincia.

En cualquier establecimiento del casco antiguo de la capital orensana es posible apreciar la excelente calidad de los vinos que se producen en toda la provincia y que, a su vez, se engloban dentro de cuatro Denominaciones de Origen: Ribeiro (La que tenemos en Casal de Armán) , Valdeorras, Ribeira Sacra y Monterrei. Cualquiera de ellos puede servir como acompañamiento de la gastronomía de la zona.

En la gastronomía orensana son platos típicos el pulpo, la carne “ó caldeiro” (ternera cocida con aceite, ajo y pimentón) o el cabrito asado. La empanada de anguilas es una especialidad de gran demanda durante la primavera. La repostería orensana tiene como emblemas el marrón glacé (postre elaborado con castañas) y las cañas pasteleras (pasteles rellenos de crema).

Geográficamente, Ourense capital se encuentra situada en plena Ruta de la Plata, tradicional vía de comunicación entre el sur y el noroeste de la Península Ibérica y que, además, fue paso de peregrinos hacia Santiago de Compostela. En el resto de la provincia se pueden visitar comarcas llenas de historia. Al norte, una de las más bellas es la Ribeira Sacra, presidida por el cañón del río Sil y denominada así por el gran número de monasterios e iglesias medievales que conserva. En la mitad sur se encuentran dos de los espacios protegidos más importantes de Galicia, el Parque Natural de Baixa Limia-Serra do Xurés y el Parque Natural de O Invernadeiro. El Parador de Verín, situado frente a la fortaleza de Monterrei, permite disfrutar de estos espacios naturales, así como del casco antiguo de Monterrei, declarado Conjunto Histórico Artístico.

Allariz

Declarado Conjunto Histórico Artístico, se instala en el paisaje fluvial creado por el curso alto del río Arnoia. Importantes construcciones religiosas aparecen en un trazado típicamente medieval y rodeado por bosques de castaños.

El origen de Allariz se remonta a tiempos prehistóricos, aunque hay que esperar a la Edad Media para que consiga el título de Villa y Corte. La presencia de numerosos príncipes, entre ellos el que fuera luego Alfonso X el Sabio, hizo que la urbe se amurallara y fortaleciera. Su importancia durante este periodo histórico se constata en importantes templos prerrománicos, románicos y góticos. Así, se pueden visitar San Martiño de Pazó, la Colegiata de Xunqueira de Ambía, el Santuario de Santa Mariña de Augas Santas y las iglesias de Santiago, San Estevo y San Pedro. Dentro de la arquitectura civil destacan los restos del castillo y los puentes de Vilanova (s. XV) y Frieira (s. XVIII) sobre el cauce del Arnoia. También merece la pena pasear por el campo de A Barreira, lugar en el que se encuentran su fuente y bellos “cruceiros”. Es interesante visitar esta localidad en agosto, durante la Festa da Empanada, una tradición que aúna folclore y gastronomía.

Vigo

En la provincia gallega de Pontevedra, a orillas del Océano Atlántico, se encuentra la ciudad que da nombre a la más meridional de las Rías Baixas: Vigo. Su origen pesquero nos ha dejado un casco antiguo de fuerte sabor marinero, que contrasta con las modernas instalaciones de sus puertos deportivos. Esta localidad es un excepcional punto de partida para disfrutar de las poblaciones de la Ría de Vigo y de las Islas Cíes, integradas en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas. La gastronomía costera gallega, fundamentada en pescados y mariscos, es un aliciente más para viajar a esta región.

El puerto de Vigo, uno de los puertos naturales mejores del mundo, dio origen a esta población rodeada de montañas. Sus cualidades marítimas, aprovechadas ya en tiempos de los romanos, han dado lugar a sus actuales puertos deportivos, muelle trasatlántico e industria pesquera y conservera. Todo ello ha contribuido al desarrollo urbano de Vigo, en el que se combina el caserío popular marinero, con importantes construcciones históricas y grandes avenidas ajardinadas.

El casco viejo, la Cidade Vella, se articula en torno al antiguo barrio marinero de O Berbés, cerca del puerto. En este barrio, de Interés Turístico Histórico, se encuentran los soportales de la Plaza de la Constitución, calles pesqueras y casas blasonadas. En este entramado de pequeñas calles, donde las fachadas suelen tener miradores acristalados, destaca la Colegiata de Santa María, la Concatedral de Vigo-Tui. Se trata de una construcción neoclásica erigida sobre los restos de una iglesia gótica incendiada por el pirata Drake. En esta área podemos visitar el Mercado do Pedra, un lugar único donde adquirir y degustar las ostras gallegas. El Vigo más actual se despliegue en el triángulo formado por Puerta del Sol, Colón y Urzáiz. Entre grandes avenidas encontramos edificios insignes como el Centro Cultural García Barbón, obra de Antonio Palacios. En la zona moderna se alza uno de los mejores miradores sobre la ría de Vigo, el Monte do Castro. Entre bosques y espacios recreativos se encuentran los restos de los castros que formaban el asentamiento primitivo, además de las ruinas del Castillo O Penso, del siglo X. Sobre su trazado, se levantó en el siglo XVII el actual Castillo de la Torre. El extenso Parque Municipal de Castrelos se ubica en lo que fuera la finca del Pazo Quiñones de León. Entre jardines neoclásicos y árboles centenarios el Museo Municipal nos ofrece una interesante colección formada por estelas romanas, muebles y esculturas, y una pinacoteca que recoge tanto obras europeas barrocas como modernos autores gallegos. El parque cuenta, además, con un auditorio al aire libre, donde tiene lugar importantes acontecimientos musicales. Los montes de A Madroa y A Guía, que rodean a la ciudad de Vigo, componen observatorios excepcionales desde donde admirar el paisaje circundante. En el primero podemos visitar el Parque Zoológico, mientras que en el Parque Municipal de la Guía se alza la ermita de Nosa Señora da Guía. El Museo del Mar de Galicia, situado en la Punta do Muiño, en la parroquia de Alcabre, consta de edificios, jardines, plaza y muelle. Este conjunto, obra de Aldo Rossi y César Portella, alberga diferentes elementos relacionados con el mar. La Ría de Vigo. Vigo es una ciudad bien comunicada, através de autovía y aeropuerto, que cuenta con importantes instalaciones
náuticas y un campo de golf en sus proximidades

 Desde su estación marítima se pueden contratar pasajes para viajar a las poblaciones marineras de Cangas y Moaña, al otro lado de la ría, e incluso navegar hasta las islas Cíes.

Cíes pertenecen al Parque Nacional de las Islas Atlánticas, y sus abruptos acantilados y dunas son el hogar de miles de ejemplares de aves migratorias. El recorrido de la Ría de Vigo nos depara la contemplación de villas históricas como Baiona. Su Parador de Turismo, un increíble mirador sobre el Atlántico, alterna elementos de su pasado como fortaleza medieval con vestigios de arquitectura señorial gallega. Su restaurante nos ofrece tanto platos tradicionales como recetas imaginativas elaboradas con productos de la región, como la lubina con navajas en salsa de grelos. Las playas de Nigrán, las ostras de Arcade y, hacía el interior, el balneario de Mondariz, son algunos de los incontables atractivos de la zona. La provincia de Pontevedra nos ofrece también su capital, situada en la ría de su mismo nombre. En el entramado de calles y plazas de su casco histórico destacan importantes construcciones religiosas y civiles. El palacio de los Condes de Maceda acoge al Parador de Turismo de la ciudad, un privilegiado alojamiento donde pernoctar durante nuestra estancia. Otro de los puertos más importantes de la Ría de Pontevedra es Marín, conocido por su Escuela Naval Militar. Combarro, Sanxenxo y Portonovo son otras localidades de interés y excelentes playas, además de las Islas de Ons, que cierran la ría y forman parte del Parque Nacional gallego. La Ría de Arousa nos lleva a Villagarcía de Arousa, O Grove y la isla de A Toxa, cuyo balneario es uno de los más impresionantes de Galicia. Cambados pone a disposición del viajero su Parador de Turismo, el antiguo Pazo de Batán, datado en el siglo XVII. Al sur de la provincia, casi al límite con Portugal, la visita puede proseguir en el Parque Natural Monte Aloia, con restos arqueológicos de gran valor; la histórica ciudad de Tui, punto de entrada en España del Camino del Norte de la ruta jacobea (con meta en Santiago de Compostela), cuyo Parador de Turismo se encuentra en un entorno montañoso y fluvial; o A Guarda, desembocadura del río Miño, donde podemos visitar el castro del Monte Santa Tegra. En cualquiera de estos puntos podemos acercarnos a la deliciosa cocina que la tradición gallega ha conservado, y al fruto de los cocineros más innovadores. Las Rías Baixas llevan a la mesa merluzas, rodaballos y lubinas; mientras que entre los moluscos destacamos percebes, ostras, almejas, mejillones o berberechos. Materia prima que se elabora en guisos y empanadas, por libre o combinando sabores y texturas. La ternera y las patatas gallegas, los cachelos, cuentan con denominación de origen, y se integran en los más suculentos platos. Los vinos con Denominación de Origen Rías Baixas son el mejor acompañamiento para estas recetas. La degustación gastronómica puede terminar con la tarta de Santiago (bizcocho de almendra) y una queimada, tradicional bebida consecuencia de la quema del aguardiente de orujo.

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O Cotiño, San Andrés Ribadavia Ourense (España)